
Era una tarde de otoño. Los árboles se reflejaban en el rio y la brisa corría por mi rostro. Caminaba por un lado del rio, recuerdo que me sentía en paz conmigo misma.
A lo lejos avisté el castillo y emprendí viaje. Cuando llegué, todo era gris, mi nana se acercó y dijo con tristeza: "Se ha ido." Sin poder evitarlo, me desvanecí.
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